San José Las Flores

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lunes, 10 de noviembre de 2014

Laguna Seca

Todas las noches ceno en el mismo sitio, que es una casa-tienda donde hacen pupusas. Así que conozco bien a toda la familia. Os podéis imaginar lo fiel que soy a esta exquisitez. El caso es que Juancho, el padre de familia, me invitó a ir con él por los cerros. 

Juancho es de la generación que participó en la guerra. De hecho, aunque no es muy común por aquí, él combatió en el ejército. También nos acompañó Roque, que él sí, fue guerrillero. Desde los 11 años. Ahora ambos son muy amigos y no guardan rencor de aquello.




Quedamos a las 6 de la mañana y comenzamos a subir. Yo iba preocupado porque estoy lejos de estar en buena forma y no estaba yendo con cualquiera, sino con dos personas que habían sobrevivido a una guerra que duró 12 años y que participaron activamente en ella. Os podéis imaginar los millones de cerros que han subido y bajado.

Al principio éramos subiendo unos cuantos ya que hay unos terrenos donde hay cosechas y toca ahora recoger el frijol. De hecho pasamos por la plantación de Juancho y me estuvo enseñando cómo tenía la cosecha.


Y éstas son las vistas que hay desde su terreno. Una auténtica pasada.




El camino era cuesta arriba pero daba la sombra todo el tiempo, además la pendiente no era muy exagerada por lo que me sentía bastante cómodo. Una vez nos separamos del resto ya sólo quedábamos Roque, su caballo, Juancho, sus dos perros y yo. El caballo lo necesitábamos para que cargara con la olla en la que íbamos a preparar la comida y más cosas.






Lo de ir con los perros fue importante. Estábamos en plena selva así que para un ratón de ciudad como yo uno se imagina que le pueden atacar todo tipo de fuerzas malvadas en forma de serpientes, escorpiones y un larguísimo etcétera. Pero los perros iban y venían, dando vueltas al rededor comprobando cada ruido que percibían. No en vano, me contó Juancho que uno de sus perros había sobrevivido ya a dos mordeduras de serpiente. 

Llevábamos un ritmo bastante fuerte, pero hacíamos parada cada vez que había una fuente. Yo iba cargando con mi agua ya que no estoy acostumbrado a beber de este tipo. Pero ellos ya están inmunizados. También tienen la costumbre de prepararse 'frescos'. De camino iban cogiendo limones y luego le echaban zumo de limón y azúcar que llevaban.



El camino no era el típico sendero cómodo, todo estaba lleno de piedras y en ocasiones era complicado de caminar.



También me iban enseñando donde estaban los 'Tatús'. Aquí así se llaman a los escondites que utilizaban los guerrilleros. Dicen que los militares pasaban a veces incluso por encima, pero que era imposible detectarlos. Hoy en día están completamente abandonados, pero estaría bien rehabilitarlos para que la gente se pueda meter a verlos por dentro.

También había alguna trinchera en el camino. Roque contaba que en cada una se ponían dos guerrilleros, uno para cada sentido del camino y que él mismo había estado vigilando en ellos. Aquí os pongo una foto desde fuera y otra desde dentro.


Me llamó la atención que había casas por el camino. Ahí la gente vive completamente aislada del mundo. Nos metimos en una de ellas a comprarle algo de cuajada. Más fresca y natural imposible.

Llegamos por fin arriba del todo y como siempre en este lugar, las vistas muy impresionantes. Nunca se pierde de vista el río Sumpul, tan emblemático de esta región. Las montañas del fondo ya son de Honduras.





Después seguimos hasta Laguna Seca. Que ni es laguna ni es seca. Es el nombre de un pueblo. Allí nació Juancho, pero de su casa no queda nada porque fue arrasada por la guerra. También pasamos por la triple tumba donde yacen los restos de la madre, un tío y un hermano de Roque. Quería aprovechar que estábamos allí para pintar la cruz. Por supuesto murieron en la guerra.


Una vez llegamos a Laguna Seca fuimos a casa de Salvador, un anciano que vivía allí de manera humilde y vivía de lo poquito que daban sus tierras. Y allí rodeado de sus frutos, sus gallinas y demás. Me encantó conocerle. Había pasado la mayor parte de la guerra de refugiado y ya cuando terminó volvió a su casa. Vivía solo y de vez en cuando alguna hija venía a hacerle una visita.


La comida que íbamos a preparar era sopa de pollo. Aquí hay mucha costumbre de comer sopa, aunque haga mucho calor les encanta comer caliente. Así que fuimos a buscar agua a la fuente más cercana, que no estaba tan cerca, pues no había en casa del bueno de Salvador.


También íbamos probando un montón de fruta que nos íbamos encontrando por el camino. La verdad que no me extraña que aquí la gente no se muera de hambre. Hay de todo y comen de todo. No me sé los nombres de las frutas porque se me han olvidado ya; mucha variedad y cantidad


Juancho fue el que trajo el pollo. Lo había matado esa misma mañana. En su casa tiene unos 50. Es algo muy común aquí, la gente tiene las gallinas y animales en su casa. Así que estaba bien tierno.



Y como siempre que se cocina en el campo estaba buenísimo. La soba llevaba un poco de arroz, verduras y el pollo. Entró de maravilla.


Os podéis imaginar que cada vez que estábamos en un sitio Roque nos iba contando historias de la guerra. "En esta fuente tiraron una bomba y murieron dos señoras que estaban limpiando la ropa". "Aquí había un grupo de guerrilleros que veían como un avión se pasó horas y horas dando vueltas en círculos por la zona. Se confiaron y después vino un bombardeo que mató a los 12 del tirón". Fuimos a un tatú donde están sus restos. Una pena que no hay ni placas ni nombres ni nada. La historia que tienen estos cerros es impresionante. Vivirlo con antiguos combatientes es un auténtico lujo y también se te cae el alma a los pies cuando comparas las juventudes tan diferentes que hemos tenido. Por suerte todo forma parte del pasado y el país avanza en la buena dirección.

La vuelta la hicimos bastante rápido, así que me machaqué un poco los pies y los tobillos. Pero bueno, sobreviví a la aventura. Fue una experiencia increíble. Habrá que hacer más!


Salud.

3 comentarios:

  1. Esta se convierte en mi favorita de tus publicaciones.
    Ahí te vas descolocando poco a poco compañero!

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  2. Rafael. a mí también me ha gustado mucho. Soy fiel seguidor de tus andanzas por Las Flores. Es gusto conocer un poco más de esas tierras, conocer una historia nueva, a una persona en más profundidad y lo estás consiguiendo.

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  3. Muchas gracias! La verdad que tardé en escribirlo y sobretodo en subir tantas fotos, pero me alegra que el resultado os gustara. Ahora releyéndolo veo que hay alguna cosa que se me pasó comentar, pero bueno, lo más importante está ahí.

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