San José Las Flores

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jueves, 4 de diciembre de 2014

La Paciencia

Pasando tanto tiempo con tantos salvadoreños me voy acostumbrando a su forma de ser. Y con ello puedo ir mejorando mis clases. Obviamente todo esto lo digo generalizando. Que por un lado no se debería hacer, pero si no lo hacemos entonces nunca hablaríamos de nada.

El salvadoreño es por regla general impaciente. Por un lado, no son nada puntuales, como los españoles, y se lo toman todo con calma. Pero a la hora de aprender me da la sensación de que les falta perserverancia. Además que aunque me vean ocupado atendiendo una duda a una persona me están gritando desde el otro lado de la clase para que vaya a atender otra.

Por ejemplo, en las clases de informática, ahora estamos viendo Excel. Les pido que hagan cosas que no he explicado. Quiero que aprendan a buscar en Internet las funciones que resuelvan el problema que planteo. Pero si a los dos minutos no la han encontrado están más pendientes de quién lo encuentra para levantarse a copiarle que de encontrarlas ellos mismos. En inglés pasa igual, les pongo muchos ejercicios y siempre les pido que lo hagan solos, que es mucho mejor para su aprendizaje, pero no hay manera. Les he dicho que hasta ahora no me he comido a nadie por equivocarse y que se pueden aprovechar de esa racha...
 
Esta semana he estado hablando con ellos para mentalizarles de la importancia de que vayan intentando hacer las cosas solos. Que lo fundamental es tener paciencia. Que nadie nace sabiendo y que tienen que ser ellos solos los que vayan encontrando las soluciones, porque si no están perdiendo el tiempo y me lo están haciendo perder a mí. Les he insistido que a mí nadie me enseñó informática, pero que me pasaba horas trasteando, equivocándome, tocando aquí y allá hasta que iba aprendiendo; que no pasa nada por equivocarse, pero hay que seguir intentando y no darse por vencido a la primera de cambio. En inglés incluso cada vez colocaban las mesas más y más lejos de mí y luego se quejaban de que no leían bien la pizarra. Hoy he llegado unos minutos antes, he colocado las mesas pegadas a mí. Han hablado menos, han copiado menos y nadie se ha quejado de no leer la pizarra.

En fin, creo que tendré que seguir esforzándome para cambiar esos hábitos pero poquito a poco vamos mejorando y las clases van siendo más efectivas.

Salud.

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