Aunque en esta foto no lo parezca, el cerro de la bola es el de la izquierda, ese pequeño pico, que en realidad es más alto que el de la derecha.
De nuevo íbamos 3. Juancho, el exmilitar que también vino a la caminata de la Laguna y Lencho, mi vecino, que es exguerrillero. Como siempre digo, el pueblo está ya de por sí tan alto que en cuanto empiezas a subir un poquito ya estás disfrutando del paisaje increíble.
El sendero estaba bastante bien. Está bien hecho porque pese a que es una pendiente alta el sendero va haciendo zig-zag y en ningún momento notas la pendiente pronunciada. Está bien marcado salvo una parte que hay demasiada maleza. Eso sí, como mis guías iban con espíritu aventurero a veces dejábamos el camino para acortar e ir campo a través. Ya casi arriba, fijaos las vistas desde arriba hacia el pueblo:
Habíamos llevado para desayunar frijoles fritos, cuajada y tortillas. Éramos 3 y los 3 perros, pues habíamos llevado unas 30 tortillas (de maíz). La cuajada la hacen en el pueblo y está muy rica. Paramos en una sombra para comer antes de encarar el último tramo de subida.
Ya casi llegando a La Bola, en el cerro anterior, en lo alto hay esta esplanada que es perfecta para acampar y también se puede hacer fuego sin peligro.
Luego ya sólo faltaba encarar el ultimísimo trozo para subir a la Bola:
Y disfrutar de unas vistas increíbles.
Habíamos llevado también una escopeta de perdigones por si nos econtrábamos con algún armadillo para poder echarlo a la sopa. Al final no nos encontramos ninguno pero nos sirvió para tener mejores vistas con la mirilla y también para jugar un poco.
Lencho me estuvo contando que él había combatido en estos cerros que se veían a lo lejos:
Aquí podéis ver la herida de bala que tiene Lencho en el brazo. No fue la única secuela que le dejó la guerra. Le alcanzó un trozo de metralla que le perforó el craneo. Estuvo un año entero en coma. Pudo sobrevivir y ahora de vez en cuando tiene fuertes dolores de cabeza.
Juancho sí había combatido en estos mismos cerros. Así que me estuvo contando un montón de historias. "Aquí íbamos subiendo y nos disparaban y no teníamos a dónde ir, así que disparábamos un poco de vuelta mientras corríamos ladera arriba". Me hablaba de como avanzaban, de dónde murió gente, dónde pedían refuerzos, dónde colocaban las metralletas, etc.
Aunque hacía mucho tiempo que no subía aquí se acordaba de que utilizó este árbol para refugiarse y disparar utilizando sus raízes tan grandes para protegerse. Se pueden ver aún restos de latas que utilizaron para comer durante la guerra.
Aunque yo pensaba que la idea era subir, pasar un poco el día y volver, estaba bastante equivocado. De nuevo como los guías querían rememorar aventuras ahora el objetivo era encontrar agua para hacer una buena sopa. Juancho había matado otro gallo esa mañana de su casa y lo llevaba en la mochila junto con una olla. Además llevábamos pimientos, cebolla, zanahorias, patatas, arroz, fideos y güisquil. Cualquiera diría que éramos sólo 3.
Estuvimos un buen rato buscando entre los riachuelos que ya estaban todos secos hasta que por fin encontramos un chorro diminuto, pero dijeron que eso en épocas de guerra era como encontrar oro. Hicieron un pozo improvisado y conseguimos llenar la garrafa para hacer la sopa, pero con bastante paciencia. El agua salía un poco embarrada, pero se filtraba con un paño y listo.
Recogimos un poco de leña e hicimos fuego en el camino. Utilizamos unas piedras para colocar la olla.
Mientras se hacía la sopa estuvimos entretenidos disparando a blancos en los árboles cercanos. He de decir que mi puntería no tenía nada que envidiar a la de mis compañeros, de hecho se quedaron bastante impresionados con algún disparo.
Allí donde hay agua van los ánimales de la zona. Y así nos visitaron esta madre e hijo:
Parecía imposible acabarse la sopa. Pero cuando gastas tanta energía comes como si no hubiera un mañana. Estaba riquísima, como toda la comida que se prepara y come en el campo. Además, lo poquito que sobró se lo dimos a los perros para que comieran algo más que los huesos.
Otra cosa que a mí me sorprende bastante es la cantidad de buitres. Es una pasada verles volar y pasas tan cerca. Les contaba que hay sitios en España cuyo interés turístico está en ver a los buitres leonados y aquí parece que nadie se para a mirar el majestuoso vuelo de estas aves porque están muy acostumbrados.
Volvimos a subir arriba (porque habíamos ido bajando por el otro lado de la colina) y disfrutamos de las vistas más por la tarde, que creo que las fotos salen mejor por la posición del sol.
También nos íbamos encontrando más restos de la guerra. Antes enseñé las latas pero también puedes encontrar restos de metralla y casquillos de bala.
La caminata no defraudó nada. Como siempre digo, las posibilidades turísticas de este sito es increíble y caminatas como ésta deberían ser muy demandadas si se dieran a conocer correctamente. Además que se puede acampar y está cerca del pueblo. El sendero es bueno y no muy cansado. El valor añadido de hacerlo con personas que han combatido en ese mismo sitio y van contando la historia en primera persona no tiene precio.
Salud.
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